Que practiquéis siempre la santa caridad entre vosotros. 

Amaos mutuamente como Jesucristo os ha amado.

Esta caridad que debe uniros a todos como miembros de un mismo cuerpo, se extienda también a las demás congregaciones.

No tengáis nunca envidia a nadie y menos aún a los que Dios llama, en el estado religioso, a trabajar como vosotros en la formación de la juventud. 

Sed los primeros en regocijaros de sus aciertos y apenaros de sus desgracias.  

No escuchéis nunca las conversaciones encaminadas a perjudicarlos. 

La gloria de Dios y el honor de María sean vuestro único fin y toda vuestra ambición.

que la humildad y sencillez sean siempre el carácter distintivo de los Hermanos Maristas,

sed fieles a vuestra vocación, amadla y perseverad en ella con valor inquebrantable.  

Conservad siempre el espíritu de perfecta pobreza y desprendimiento.